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Hoy voy a hablaros de una gran mujer llamada MARÍA MOLINER.
María Moliner Ruiz nació en un pueblo de Zaragoza llamado Paniza el 30 de marzo de 1900. A los cuatro años de edad, su familia se trasladó a Madrid.
Su padre, medico, encontró trabajo en un barco que realizaba viajes a Argentina, y uno de esos viajes no volvió con su familia y se estableció allí formando una nueva familia. Esto marcó la adolescencia de María, que se convirtió en un apoyo para su madre y hermanos y que le dificulto mucho su formación académica. Se dedico a estudiar y se presentó por libre a algunos exámenes y además se dedico a dar clases para ganar algo de dinero para su familia. En esta época conoció a Manuel Bartolomé Cossío, cuya amistad duró toda la vida.
En 1915 María y su familia volvieron a Zaragoza y ella continuó estudiando por libre, y en 1919 obtuvo el título de Bachillerato Superior. Compaginó sus estudios con un trabajo en el ESTUDIO DE FILOLOGÍA DE ARAGÓN, que estaba elaborando un diccionario con voces aragonesas junto al académico de la RAE Juan Moneva, con el que adquirió un gran conocimiento filológico.
Tuvo que matricularse en la Facultad de Historia, que era la única que había en su ciudad, en lugar de realizar estudios filológicos, que era lo que realmente le interesaba. Se presento por libre a los exámenes y aprobó en un curso los dos años comunes y obtuvo el titulo en 1921.
Al mismo tiempo, supervisado por Juan Moneva, participó en el proyecto de revisión y corrección de las voces del diccionario de la RAE, añadiendo los aragonesismos que había obtenido anteriormente.
Cuando acabo la carrera, le intereso mas la investigación que la docencia y se presento a las oposiciones del Cuerpo Facultativo de Archiveros , Bibliotecarios y Arqueólogos. Aprobó y se convirtió en la sexta mujer en formar parte de este cuerpo y además, la mas joven.
Su primer destino fue el Archivo General de Simancas. Pero el frío clima no era bueno para su madre y pensó trasladarse. Así que solicito el puesto en el Archivo de Murcia, consiguiendo el puesto por ser la única que lo solicitó y allí se traslado junto con su familia.
En Murcia se dedicó, aparte de su trabajo de archivera, a trabajar en la universidad y en 1924 fue nombrada ayudante de Filología de la Universidad de Murcia, siendo la primera mujer en estar en la Universidad. También conoció a Fernando Ramón y Ferrando, catedrático de Física, que se convertiría en su marido en 1925.
En 1929, ya con dos hijos, se traslada con su marido, que había conseguido una cátedra, a Valencia, al Archivo de la Delegación de Hacienda. Allí entraron en contacto con otras parejas intelectuales, que pusieron en marcha el proyecto de la Escuela Cossío, en la que María participaba como maestra de gramática y literatura a tiempo parcial. Intentó conseguir la plaza de la Biblioteca Nacional, pero se la denegaron por sus buenos servicios en la sección de Archivos.
Aun sin dejar el archivo, se propuso participar en el Patronato de Misiones Pedagógicas, y fue nombrada Vicepresidenta de Misiones en Valencia, cuya función era difundir y extender el uso de bibliotecas circulantes, que se veía como una herramienta de difusión de la cultura.
Ideó un proyecto de biblioteca innovadora en la Escuela Superior de Trabajo, para aumentar la lectura individual y publica. Pero le quitaron el proyecto, y se lo dieron a Rafael Raga, que era el director de las Bibliotecas Publicas de Valencia.
En 1936 se propuso a María como directora de la Biblioteca Universitaria en comisión de servicios. En 1937 fue nombrada vocal de la sección de Bibliotecas del Consejo General de Archivos, Bibliotecas y Tesoro Artístico.
Publicó de forma anónima un libro sobre organización de bibliotecas y el proyecto que había preparado para organizar bibliotecas circulantes. Este proyecto se convirtió en el primer plan nacional de bibliotecas moderno y racional.
Con el gobierno franquista, este plan no pudo llevarse a cabo y además fue despojada de todos sus cargos y volvió a su puesto en el Archivo de Hacienda.
En el año 1946 consiguió el puesto en la Biblioteca de la Escuela de Ingenieros Industriales de Madrid y su marido en la Universidad de Salamanca. Aquí comienza su gran proyecto, el DICCIONARIO DEL USO DEL ESPAÑOL.
No tuvo apenas apoyo en este proyecto, contando con colaboraciones concretas. Pero en 1955, Damaso Alonso firmo un contrato para la editorial Gredos, asegurándose los derechos de publicación, sucediendo en 1966 el Tomo I y en 1967 el Tomo II.
Pero este gran trabajo no le dio un sillón en la Real Academia de la Lengua, por ser mujer. Sin embargo, autores como Miguel Delibes, Francisco Umbral, Juan Marsé, Fernando Savater o Gabriel García Márquez la consideran una ACADEMICA SIN SILLÓN. Inteligente, enérgica, de gran intuición, y gran honradez, son algunas de las palabras que definen a esta gran mujer.
Falleció en Madrid el 21 de enero 1981. En su memoria, el salón de lectura de la Biblioteca Nacional de España lleva su nombre desde 2019.
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